jueves, 31 de enero de 2008

Economía e historia del arte 7:Díptico de Melun, de Jean Fouquet





Título: Díptico de Melun, también conocido simplemente como la Virgen de Melun.
Autor: Jean Fouquet.
Fecha: 1456
Medidas: 91x81 cm cada panel.
Lugar de conservación: la Virgen de Melun se conserva actualmente en el Mu
seo de Bellas artes de Amberes; el otro lado del panel, en la Gemäldegalerie de Berlín.

Durante la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna, la visión que se nos ha transmitido a través de la historia ha sido la de una sociedad estamental muy rígida, en la que, si bien no era imposible ascender, si muy complicado y en la que la nobleza se obtenía por nacimiento; fue posteriormente cuando los reyes generalizaron el uso de otorgar títulos nobiliarios por sus servicios a sus distintos colaboradores pertenecientes a familias no nobles. La sangre primaba pero, ¿hasta qué punto fue esto verdad? ¿El poder económico quedó relegado durante ese tiempo por la sangre? De ninguna manera. Podemos afirmar que antes de los famosos banqueros de principios de la Edad Moderna los burgueses y banqueros adinerados ya habían alcanzado un puesto más preponderante en su época que muchos nobles y el poder del dinero se habría paso. Nos sirve como ejemplo esta imagen de la que quizá sea una de las vírgenes más impactantes y, a la vez, más desconocida de la historia del arte europeo: la Virgen de Melun.

La obra consta de dos partes y cada una de ellas se expone en una ciudad diferente: el batiente izquierdo, en Berlín; el derecho, en Amberes. Se suponía desde mucho tiempo atrás que ambas podían haber sido concebidas como una unidad, pero hasta que no se demostró con análisis químicos que ambas tablas procedían del mismo roble que se taló en 1446 no se pudo tener la certeza. Separados durante la Revolución francesa, aún hoy ambas piezas siguen lejos la una de la otra.

Quien encargó esta pintura a Jean Fouquet fue el tesorero real Étienne Chevalier, al que se ve rezando de rodillas en el lateral izquierdo del retablo. Junto a él se encuentra el santo de su onomástica, san Esteban (Étienne en francés), al que se reconoce por llevar como símbolos los Evangelios y una de las piedras con las que fue martirizado, al igual que por la sangre que gotea desde su tonsura como resultado de las supuestas pedradas. En la imagen, el mártir intercede por el tesorero ante la Virgen María, reina de los cielos, situada en una esfera ultraterrena como demuestra su acompañamiento, en un trono llevado por los ángeles. La Virgen amamanta al niño, apareciendo con un pecho al descubierto, mientras que el niño Jesús, en su regazo, señala con el dedo índice al tesorero para indicar que sus plegarias han sido escuchadas y que puede esperar la misericordia de Dios. Este díptico permaneció durante siglos en Melun, ciudad situada al sur de París, colgado en su iglesia de Notre Dame sobre la sepultura del citado tesorero, donde debía conservarse para la eterna memoria de su donante.

El tesorero va ataviado con un traje rojo de fiesta, forrado de piel, con amplias hombreras y pliegues rígidos según la moda de la época. Chevalier, nacido en 1400, sirvió sobre todo a Carlos VII, en cuya corte desempeñó los cargos de secretario real, notario e inspector fiscal y, hacia mediados de siglo era responsable de las finanzas del reino en calidad de tesorero y pertenecía al consejo real. El rey se rodeó sobre todo de burgueses como Chevalier, gente que se lo debía todo a su protección, alejándose de la levantisca y ambiciosa nobleza. El monarca consiguió grandes éxitos en su reinado debido en buena medida al restringido grupo de dignatarios que le servía, incluyendo en este grupo a Étienne Chevalier, que consiguió grandes sumas de dinero para sufragar las largas campañas militares del rey y financió su victoria cuando el dinero de los impuestos tardaba en llegar. Pero en aquella época era habitual que una parte de las recaudaciones quedara en manos de servidores; la línea entre la propiedad privada y la propiedad pública era delgada y equívoca, como ya hemos advertido, pero Chevalier tenía fama de ser uno de los que menos se aprovechaban de su situación privilegiada junto al rey y de insobornable, algo que demuestra el hecho de que fuera elegido como albacea testamentario del médico de cámara, la favorita del rey e, incluso, del mismo Carlos VII. Pero un hombre como él, que debía su posición a la mera voluntad del rey, se encontraba totalmente expuesto, sin contactos o vínculos familiares que le respaldaran, si el rey decidía cambiar de colaborador, como ya le había pasado con otros servidores de Carlos VII, como ya le había ocurrido a otro burgués, Jacques Coeur de Bourges y necesitaba que un poder superior le protegiera, ideal en el cual debemos encuadrar esta pintura. Chevalier, un plebeyo, había alcanzado las más altas cotas de poder imaginable de la mano de un rey.

Volvámonos por un momento hacia la sugerente imagen que se nos muestra de la Virgen María. Fouquet no la representó como madre nutriente, ya que el niño Jesús no está mamando de su pecho. Y, sin embargo, este pecho desnudo tiene una justificación teológica: como Cristo le mostró a Dios Padre la herida del costado, María muestra su seno a los hombres en referencia a su función de intercesora en la Tierra y en el Purgatorio. Los rasgos de su rostro probablemente son los de la famosa Agnès Sorel, la amante del rey. Esta mujer era para sus contemporáneos la más bella del mundo. Y el rojo y azul que domina en los ángeles de su fondo tienen una fácil explicación si tenemos en cuenta de que rojo y azul eran los colores del rey de Francia.


Bibliografía:
"Los secretos de las obras de arte", de Rose Marie & Rainer Hagen, Tomo II, Taschen, 2000.
Rocío Martínez López

1 comentario:

maria dijo...

Querida Rocio, sólo quería darte mi enhorabuena por como has sabido relacionar arte y economía. Me ha parecido realmente interesante el hecho de explicar temas de economía a partir de una obra de arte!De verdad que felicidades!